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Capítulo 13.

Jungkook hizo entrar nuevamente a Jimin a su casa, quien ahora estaba acompañado de su hermana. Los empleados de la casa, los recibieron cálida y respetuosamente. Tal y como la primera vez que lo llevó a vivir a su lado, no hacía menos de dos meses.

—Y esta es tu habitación —le dijo mientras dejaba sus cosas en la cama—. Cualquier cosa, mi habitación está en frente y la de tu hermana está al lado.

—Llámanos por favor —su hermana fingió un regaño.

—Lo haré, lo prometo.

—Voy a mandar a que te traigan el almuerzo, puede que Jin venga con Hoseok y Yoongi, te extrañan mucho.

—Yo también los extraño.

Hizo un pequeño puchero, echándose en la cama y estirándose, ante la mirada atenta de su hermana y su, ¿novio? ¿Pretendiente? No lo sabía.

—Date una ducha, descansa, el armario está lleno de ropa que sé que te puede gustar.

—Bien, bien —suspiró—. Pero no quiero comer aquí, bajaré a almorzar cuando esté listo, pero si desean, pueden ir almorzando.

—Yo te voy a esperar, no tengo problema —Jungkook habló.

—Bueno entonces almuercen juntos, por lo general yo no almuerzo, iré a descansar un rato, permiso.

Yuna les sonrió cómplice saliendo de la habitación, dejándolos solos, ambos con una sonrisa tímida.

—Voy a dejar que hagas lo que tengas que hacer, avísame cuando desees almorzar.

—Jungkook —lo detuvo antes de salir.

El mayor se detuvo y se giró para saber que era lo que Jimin necesitaba, pero sus suaves labios sobre los suyos provocaron una sonrisa en él, quien tomó las mejillas del menor para profundizar un poco el beso.

—Ahora si puedes retirarte —le sonrió de forma traviesa.

Embobado, Jungkook salió de la habitación, dejando a un Jimin tímido y con los sentimientos a flor de piel, tocándose los labios.

¿Tenía miedo? Si, tenía mucho miedo, no quería salir lastimado otra vez, no quería dejarse cegar por un lindo rostro, por lindas palabras y que al final del día, fuera un lobo escondido en un disfraz de oveja.

No quiso tener eso pensamientos, por lo que los sacó de su mente y se quitó la ropa para meterse a la ducha, anhelaba sentir el agua cayendo por su piel nuevamente, cada vez que lo hacía sentía que limpiaba su cuerpo de las sucias caricias de Seonghwa.

Al salir de la ducha fue directamente al armario, encontrando un montón de ropa y zapatos, no pudo evitar sonreír, porque en poco tiempo Jungkook llegó a conocer la clase de ropa que le gustaba, llegó a conocer cuál era su estilo y el que le quería probar.

Encontró una nota pegada en uno de los suéteres y sonrió.

No sabía con exactitud que podía gustarte, pero según lo que me dijiste pude deducir que este es tu estilo, espero que te guste y si no es así, dímelo.

—Jungkook

—Tonto —sonrió tomando el suéter celeste donde estaba la nota, sacó unos jeans negros y medias, no tenía planeado salir, por lo que usaría las pantuflas que estaban en la parte inferior del armario.

Una vez completamente vestido, salió de la habitación y tocó la puerta suavemente, Jungkook no tardó ni un minuto en abrir.

—Creo que ya podemos almorzar juntos, si es que tienes hambre.

—Si tengo hambre, vamos —le sonrió tomando su manos mientras bajaban al comedor.

Ambos se sentaron en la mesa, mientras que los empleados ponían la mesa, los platos, los cubiertos, los vasos y las servilletas, todo ante la mirada atenta del menor, quien se sorprendió al ver la comida que era servida.

—Jungkook...

—Me dijiste que era tu favorito, si vas a comer quiero que comas algo que te guste.

—Me encanta, me encanta —aplaudió como un niño.

—A comer, precioso.

Jimin sonrió sin dejar de juntar sus manitos, disfrutando la comida sin siquiera comerla, con verla era suficiente, entonces... ¿Eso era que alguien prestara atención a tus gustos?

No podía creer que, tras esa fachada de hombre serio, Jungkook fuera tan caballeroso y dulce.

A medida que comían hablaron de cosas no tan importantes, el mayor le preguntaba a Jimin cosas sobre su infancia, sobre su hermana, mientras que él las respondía sin problema alguno, haciéndolo reír por las travesuras contadas.

Cuando ambos acabaron de cenar, Jungkook salió de casa con Yuna, dejándolo solo y aburrido, dándole la oportunidad de caminar por la casa, entrar a las habitaciones escondidas de la planta baja, encontrando lo que para él iba a ser su "tesoro".

En aquella habitación estaban todas las pinturas de Jungkook, grandes y pequeños cuadros, pudo notar su afición por pintar paisajes y flores, entre dibujos a lápiz, a acuarela, pintura y a colores, pero antes de salir de la habitación se detuvo al ver un lienzo cubierto por una fina tela.

La curiosidad fue más grande cuando la quitó y vio un dibujo suyo, pintado a acuarela, se detuvo a admirarlo por unos minutos, pero no quiso maltratarlo y volvió a ponerle la tela.

Subió a su habitación y se acostó, dispuesto a dormir, apenas eran las 5 de la tarde, pero nada de eso le importaba, para su buena suerte, él podía dormir de largo hasta el día siguiente sin problema alguno.

¿Me dejarás como lo hizo Yuna? —las manos sobre el cuello del menor se hicieron más pesadas

—N-No —susurró débilmente tratando de quitarse a su esposo de encima, pero un golpe en su mejilla hizo que su cara quedara volteada.

—¡Más te vale o tendré que ser rudo contigo! —gruñó en su oído.

Jimin se levantó asustado, viendo donde estaba, se dio cuenta que estaba arropado y dentro de las sábanas, miró el reloj de su muñeca, dándose cuenta de que eran las 11 de la noche, sonrió pensando que Jungkook era el responsable y se acostó.

Pero por más que intentó dormir, no pudo, cada vez que cerraba los ojos, sentía que vendrían pesadillas, sus ojos estaban cansados, se sentía cansado, pero no podía dormir.

Se levantó de la cama, no se molestó en ponerse zapatos y fue a la habitación de en frente, tocó con timidez la puerta, la cual fue abierta segundos después por un Jungkook en pijama y con el cabello suelto.

—Bebé, ¿qué pasó? ¿No puedes dormir?

—¿Puedo dormir contigo? —preguntó tímidamente jugando con sus dedos.

—Claro que sí —lo hizo entrar, mientras que él se acercaba a la cama tomando una almohada, pero Jimin lo interrumpió—. No quiero que te sientas incomodo, dormiré en ese sofá.

—Kook... quiero dormir contigo, juntos, ¿podemos?

—¿Estás seguro?

—Si, realmente quiero dormir contigo, pero no te sobrepases —bromeó intentando calmar al mayor.

—Nunca haría algo sin tu consentimiento —besó su frente, abriendo su cama, esperando que el menor se acomodara en ella.

Jungkook se acostó a su lado, pero puso una distancia prudente, a pesar de que se moría por tener su pequeño cuerpo entre sus brazos, dejar suaves caricias, besar su cabeza o su cuello, pero era consciente que no podría hacerlo.

Jimin por otro lado, pudo sentir aquel espacio entre ambos e inmediatamente se acercó y lo abrazó por la cintura, acomodándose como un cachorro a su lado, el mayor no pudo evitar sonreír y corresponder el abrazo, pasando su brazo por detrás de su cuello.

Sin moverse un solo centímetro, ambos se quedaron en aquella posición, durmiendo tranquilamente, sintiendo el calor ajeno y sin que ninguno lo notara, durmieron sonriendo.

✧✦✧

Al día siguiente, Yuna se encontraba de pie frente a la casa donde su mellizo había vivido los peores tres años de su vida, no iba a estar tranquila hasta no ver como el maldito de Park Seonghwa era llevado a prisión, hasta no escuchar como el juez lo encarcelaba por todo el daño que había hecho.

A pesar de que Jungkook le había insistido en acompañarla, se negó rotundamente, ella quería ser quien enfrente a Seonghwa.

Luego de esperar varios minutos, la puerta fue abierta por Mikyung, quien, al ver a la rubia frente a ella, se sorprendió.

—Hola señora —le sonrió falsamente.

—¿Cómo te atreves a venir después de que humillaras a mi hijo al dejarlo en la iglesia?

—Hablando de su hijo... ¿Dónde está? Necesito hablar con él.

—No está para ti, ya le has hecho daño, mucho daño, largo.

—Lo siento —dijo entrando a la casa—. ¡Seonghwa! —comenzó a llamar.

—¡Vete Yuna! —la tomó del brazo.

—¡Seonghwa! —siguió gritando.

El hombre apareció bajando las escaleras, derrochando un horrible olor a alcohol, totalmente desarreglado, que en cuanto la rubia lo vio, sintió un enorme asco.

—Y-Yuna... —intentó acercarse a ella, pero se alejó.

—Me das asco —le susurró con odio.

—V-Volviste... no puedo creer que estés aquí —sonrió.

—No puedo creer lo miserable que te has vuelto.

Yuna vio toda la casa con asco e indiferencia, antes de volver a verlo, quien ahora estaba junto a su madre.

—Tú lo volviste así el día que lo dejaste.

Ella se rió sarcásticamente, acercándose lo suficiente antes de abofetearlo dos veces.

—Eso no te dio el derecho para hacer sufrir a mi hermano —escupió con odio—. Hubiera tenido respeto por ti, aprecio, un poco de cariño, pero no, te dedicaste a torturar a la persona que más amo y eso no te lo voy a perdonar.

—Sabía que ibas a sufrir y estás sufriendo ahora —sonrió victorioso, pero inmediatamente su rostro cambió—. Sin embargo, quiero decirte que yo lo amo y quiero recuperarlo, demostrarle que lo amo.

—Vas a tener mucho tiempo para pensar en reconquistarlo —le sonrió—. Pero en la cárcel. ¡Oficiales!

El rostro de Seonghwa se deformó cuando vio cuatro oficiales entrar a su casa, miró a su madre quien tenía el mismo rostro asustado, dos de los policías lo tomaron por los brazos metiéndolo a una patrulla.

Yuna suspiró aliviada y salió de la casa, subiéndose a la patrulla que estaba detrás, mandándole un mensaje a Jungkook, confirmando lo que ya sabían que iba a pasar.

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